Saquemos la violencia de género del juego político
05/10/2016 | María Eugenia Iparragirre

No es la primera vez que en el Senado debatimos sobre la necesidad de un pacto de Estado para luchar contra la violencia que se ejerce contra las mujeres. Lo hemos hecho por iniciativa de diferentes partidos; ojalá fuera porque verdaderamente para todos es tan importante que nos hemos propuesto abordarlo de manera seria y con fuerza. Visto lo visto, en cambio, no sabemos dónde van a quedar lo que debatimos y las conclusiones a las que podamos llegar, porque no es la primera vez que estamos en esta tesitura.
La verdad es que la triste y dura realidad que tenemos referente a este tema es que esta lacra es un problema tan grave del que no acertamos a escapar. Por ello, considero que debe ser fijado como una prioridad dentro de nuestras políticas y que debemos abordarlo con seriedad. Este es un problema que deberíamos ser capaces de separar del juego político, que cada uno de nosotros debería ser capaz de abordar. Seamos serios, humildes y honestos, y hagamos un ejercicio de autocrítica y reflexión, empezando por mí misma como mujer, como madre, como educadora, como docente que soy y como miembro del partido político al que represento. Reconozcamos que algo no estamos haciendo bien cuando seguimos hablando de las cifras que manejamos, algo no estamos haciendo bien cuando nuestras jóvenes y nuestros jóvenes siguen haciendo y diciendo lo que hacen y dicen.
No debemos perder la perspectiva del origen de este problema, porque no conseguiremos una sociedad libre de la violencia contra las mujeres si no trabajamos a favor de la igualdad. Estamos ante un problema estructural y multidimensional. Es un problema estructural de la sociedad en la medida en que en el origen está la desigualdad, y aunque se ha evolucionado todavía tenemos mucho por hacer; se requiere de una respuesta permanente en el tiempo, una respuesta coordinada y que actúe en el mismo origen de la violencia. También es multidimensional en la medida en que hay que atajarlo desde diferentes frentes, con diversas medidas tendentes a prestar la mejor de las atenciones a las mujeres víctimas.
La violencia contra las mujeres es la manifestación más brutal de la desigualdad existente entre hombres y mujeres, así ha sido reconocido por los foros internacionales de tutela de los derechos humanos, entre los más recientes el Convenio de Estambul del Consejo de Europa sobre la prevención y lucha contra la violencia contra la mujer y la violencia doméstica, machista, de género o con el nombre que queramos ponerle.
Este es un problema que deberíamos ser capaces de separar del juego político. Es un problema muy serio. Si todos estamos de acuerdo en el fin, ¿qué nos impide llegar a ponernos de acuerdo? Seamos capaces de ponernos de acuerdo para atajar esta lacra porque, de lo contrario, no seremos capaces de mirar a la cara a todas esas personas, mujeres e hijos a los que tenemos que dar solución.