Zorionak eta eskerrik asko, Gautena!
13/10/2016 | María Eugenia Iparragirre

La asociación guipuzcoana de familiares de pacientes con autismo ha recibido el Premio Ciudadano Europeo que distingue su modelo y su trabajo. Lo hizo ayer en el Parlamento Europeo, y lo seguimos de primera mano, puesto que fue nuestra parlamentaria jeltzale, la incansable Izaskun Bilbao, quien propuso a Gautena para dicho premio.
Cuando lo supe, inevitablemente un nombre vino a mi cabeza: Eneko. Eneko es un niño autista; un encanto de criatura, el regalo que me tenía reservada mi vuelta a las aulas en el año 2011, después de un paréntesis de casi cinco años en los que fui concejala en el Ayuntamiento de Irun.
La incorporación a mi puesto de Educadora Infantil en “mi” Colegio El Pilar Compañía de María, donde ya había estado ininterrumpidamente 18 años, fue muy especial. Y es que retomaba mis clases con mi aula de niños y niñas de 3 años, y a la vez, la oportunidad de aprender día a día, de poner en valor la diversidad y todo lo que de ella podemos aprender.
Eneko llevaba ya un año en el Centro; un año que había sido crucial para el diagnóstico y puesta en marcha de lo que iba a ser una escolarización “diferente”, a la vez que apasionante. Y al comenzar el curso de 3 años, yo como tutora, fue cuando tuve mi primer contacto con Gautena. Lo conocía, sí, de oídas, y sabía de su buen hacer, pero esta vez me tocaba en primera persona; esta vez tenía la oportunidad de aprender de ellos, de compartir experiencias, de trasladar preocupaciones y propuestas de resolución…
Como recordaba en los medios de comunicación Juan Cid, Presidente de la Asociación, siguen un modelo integrador y “llamativo” en el que cada persona con síndrome de autismo está dentro de la sociedad “sin jaulas de oro”; es decir, “sin sobreprotegerlos tanto que eso les lleva a aislarse”. Y ese fue precisamente un propósito desde el minuto cero, hacer lo posible por integrar a Eneko.
Siendo muy consciente de las dificultades de interacción que él tenía, así como de las complicaciones y consecuencias que ello acarreaba a la hora de gestionar la dinámica de toda el aula, aposté por ello. Estaba convencida que en todo momento era mucho más lo que ganábamos que lo que perdíamos. Y lo digo en plural, sí, porque en esta aventura todos ganábamos: Eneko, sin duda; pero a su vez también lo hacíamos el resto: todos sus compañeros de clase, las familias (empezando por la de Eneko) y, por supuesto, también yo!!!
Como en todo, hubo momentos más fáciles y otros más complejos, pero dar respuesta a cada reto de cada día fue una labor apasionante. Mi móvil entraba y salía del bolsillo de mi “mantala” a cada momento, y es que el deseo de mostrar los avances de Eneko eran tan grandes como las emociones que cada día nos hacía vivir.
Las dudas que nos invadían al comienzo del curso se fueron convirtiendo poco a poco en logros conseguidos: su txoko individual, los cuadernos personales de pictogramas, el cambio de zapatos y zapatillas a diario, sus incursiones en la sesiones de psicomotricidad, participación en excursiones y en el festival de Navidad.
Hoy, tres años después de dejar a Eneko, me emociono cuando me lo encuentro por la calle, me llama a voz en grito por mi nombre, me sonríe y me cuenta tantas y tantas cosas, pero aún me pregunta dónde estoy ahora trabajando.
Hay experiencias en cada una de nuestras vidas que nos marcan, y esta fue sin duda una de las que marcó mi vida para bien. Me ayudó a afrontar retos, a marcar objetivos cada tres meses y cotejarlos y evaluarlos junto con los profesionales de Gautena, a compartir con la familia de Eneko todos y cada uno de estos momentos, apoyándoles en los retrocesos que se daban y disfrutando con ellos de los logros.
Esa labor de apoyo a las familias de pacientes con autismo es la maravillosa tarea que desde hace casi 40 años ha venido desempeñando Gautena y es precisamente por ello que ha recibido este reconocimiento.