No todo lo que es oro, brilla
23/10/2018 | María Eugenia Iparragirre

50 años es el hito en el que celebramos las bodas de oro. Este año he cumplido esa edad y coincide que, también, se celebrará la quincuagésima edición del Certamen de Masas Corales de Tolosa.
Además de lo anecdótico de la coincidencia de nuestra fecha de origen, hay muchas cosas que desde siempre me han hecho sentirme muy vinculada a este evento coral, y es que guardo recuerdos de muy diferentes situaciones vividas allí desde bien pequeñita: desde el Leidor antiguo, o acudir con el atta y compañeros del coro Ametsa, algunos ya fallecidos como Fernando Etxepare; más tarde, la época en la que acudí con Eskifaia el año en el que ganó su primer premio en Tolosa, yo empezaba a cantar con ellos. He concursado en diferentes modalidades: con el coro Enara, coro de voces blancas de la Sociedad Cultural Coro Ametsa, con un combinado de los coros San Ignacio y Eskifaia en los años en los que hacía falta que vinieran participantes…
De esos años, recuerdo los días que pasaba con la familia Roca-Zeberio, con quienes me alojaba los días de certamen. Así tuve la ocasión de vivir desde dentro su implicación y la de otras muchas familias de Tolosa con este evento: acompañaban a los participantes a sus alojamientos en los albergues, hacían de intérpretes una vez que el concurso adquirió dimensión internacional y empezaron a venir coros de todos los sitios del mundo…
En la rueda de prensa de presentación del 50 Certamen de Masas Corales de este año, que se hizo en la delegación del Gobierno vasco en Madrid hace unos días, fui haciendo un inventario mental de los beneficios que nos reporta un evento de este tipo. Por ejemplo, del importante tractor económico que es para Tolosa, para una Gipuzkoa que se caracteriza por un potente tercer sector, por una importante relación público-privada, además de la internacionalización de nuestra imagen.
Pero este evento también ha traído consigo un impulso a la creación de federaciones territoriales y de Euskadi de coros, a la generación de cursos de formación de dirección y la puesta en conocimiento de nuestros compositores… Es un orgullo saber que hoy en día en Japón se escuchan obras de compositores como Javi Busto, Eva Ugalde, Josu Elberdin… que dan a conocer nuestra cultura, nuestra identidad y nuestro pueblo.
Más allá de internacionalizar a todos ese conocimiento, a su vez nos ha dado la ocasión de recibir otras culturas, otras maneras de hacer, otras identidades de otros pueblos… Los coros vienen y nos ofertan sus músicas como nosotros ofrecemos la nuestra. En el certamen de masas corales Tolosa hemos podido escuchar a coros de otros lugares del mundo cantar en un euskera perfeccionadísimo, con una calidad y un nivel magnifico.
Hoy, con 50 años y desde el puesto que desempeño, son muchos los valores que observo en el certamen coral, sin embargo, me dejan un sabor especial aquellos recuerdos que comencé a saborear cuando crecía a la par que este especial evento en los que ahora sé valorar como se merece el trabajo altruista de cientos de personas, de Tolosa y de Gipuzkoa, que ofrecían sus servicios para que el concurso funcionara, para que los coros lo tuvieran todo a su disposición. De qué manera tan sencilla, a la par que laboriosa, mostraban Euskadi al mundo y recibían al mundo en Euskadi. 50 años de un gran trabajo del que merece señalar que estamos orgullosas y orgullosos: de una manera de ser y de hacer que tan poco ponemos en valor. Escribía J.R.R. Tolkien que no todo lo que es oro brilla, y esos voluntarios y voluntarias en la sombra son el valioso metal que engrandece el Certamen de Masas Corales de Tolosa. Eskerrik asko eta zorionak!